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Fuente: Infobae

No rompan nada

Libertad e identidad en el rock latinoamericano (y peruano)

Publicado: 2020-12-26

Ya se dicho que "Rompan todo", el documental de Netflix sobre la historia del rock latinoamericano, está contado desde el punto de vista de su productor, Gustavo Santaolalla, quien, además, es protagonista de la historia, sea como músico o como productor de varias bandas que allí se muestran. También se han listado los varios ausentes, en una variedad que va desde Santana hasta Shakira. Aún más se ha discutido sobre los países latinoamericanos desplazados ante el protagonismo mexicano y argentino que el documental, más que enfatizar, parece tomar de la realidad radial. Más importante que estos asuntos es, para mí, seguir la pista a la tesis que acompaña al documental a través sus seis capítulos: el rock como instrumento (de los latinoamericanos, en general, y los peruanos, en particular) para enfrentar nuestra realidad política y para buscar nuestra identidad.

La dialéctica entre la expresión a través del rock y la represión de las dictaduras es evidente, sobre todo, durante los tres primeros episodios del documental. Mientras en países como Chile la dictadura de Pinochet, literalmente, cortaba las manos a los músicos y, con ello, apagaba sus voces, en Argentina los toques de queda, las redadas y la clausura de centros musicales durante el gobierno de Videla dificultaron la creación y difusión de las canciones. En México, la "dictadura perfecta" del PRI hacía explícita su prohibición al rock por su capacidad subversiva. El conservadurismo de nuestras dictaduras envolvía su violencia en una retórica de valores y buenas costumbres.

En países como Perú, la cucufatería y culoangostismo no han venido solamente del Estado o de los señorones con poder, sino también de los grupos terroristas que mancharon de sangre los ochentas. El MRTA, por ejemplo, hacía explícito su desprecio por los "fumones" y "maricones" ejecutándolos y colgando sus cuerpos en las plazas públicas de provincia. La posibilidad de quedar en medio del fuego cruzado puede ser una de las razones de por qué la música de protesta en el Perú nunca terminó de emerger--algo que pudo haber pasado en Colombia también. Por eso, en Perú debemos reconocer la música de Narcosis, Leuzemia o Los Mojarras (y, con el tiempo, La Sarita). Pueden no ser mencionados en estos documentales, pero ya eran de excepción en un país donde el miedo escondía a sus jóvenes.

Así como la represión ha podido silenciar a la sociedad en varios episodios de la historia latinoamericana, también ha motivado varios tantos de creatividad en ese vaivén entre persecución y libertad. Algunos momentos conmovedores del documental, por ejemplo, encuentran a Charly García cantando en vivo Los Dinosaurios a su vuelta a Argentina después de Videla, o recuerdan, con humor "como le hubiese gustado", a Rodrigo González, quién falleció en el terremoto de 1985 en México. Los políticos como enemigos, la represión como amenaza, el humor y el vicio como distracciones, han inspirado el soundtrack rocanrolero de nuestros países. En medio de la guerra, la música siempre hallará algo de paz.

El rock latinoamericano, desde los sesentas hasta hoy, pasó de ser una imitación del inglés a proponer temas y melodías propias, derivadas de nuestro contexto. En esa búsqueda, la fusión con la música tradicional es una constante. En este sentido, es un acierto que el documental dedique varios minutos a explicar el sentido de Café Tacuba, pues este grupo, además de representar esta búsqueda,  alcanzó un lenguaje musical que accedió con facilidad a las radios, casas y fiestas de toda América Latina. Con menor alcance y fortuna, pero no por eso menos consistencia, todos los países latinoamericanos hemos creado nuestros Café Tacubas.

Sin embargo, esta búsqueda fue castrada por la desigualdad y discriminación. Más allá de lo económico, hay un plano simbólico a través del cual habían músicos y canciones que se veían "desde arriba", por sobre el hombro, excluyéndose así propuestas provenientes de "lejanías" de la provincia. Es el caso de la cumbia amazónica del Perú que, desde finales de los sesenta, halló su identidad entre guitarras roqueras y ritmos tropicales con bandas como Los Wemblers, Los Mirlos, Juaneco y su Combo. Sus diablos rojos ilustrando portadas y nombrando grupos musicales se inspiraron en el Abraxas de Santana. Casi 35 años después, ya en la tercera edad, estos músicos son admitidos en los círculos exclusivos de Lima de la mano del álbum Cumbia de Bareto, como he anotado anteriormente. Hoy el rock peruano y latinoamericano se fusiona con la cumbia con mayor naturalidad.

Como plantea Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, los latinoamericanos vivimos en un péndulo entre la tradición y la modernidad. En "Rompan todo" vemos que la libertad se choca siempre con el conservadurismo político, así como nuestra voz halla fronteras en las desigualdades y prejuicios preexistentes. Las tradiciones, según como se usen, pueden ser cadenas o alas. Bajo el pretexto de la tradición se ha reprimido; apostando por la tradición se ha innovado. Hay tradiciones que tiran hacia abajo, como el machismo, y otras que tiran hacia arriba, como el apego a la naturaleza. En nombre de la tradición me hacían desfilar bajo el sol, sin hacerme con ello un mejor ciudadano. Era solo una excusa para que no rompa nada. El rock latinoamericano sigue buscando su libertad y su identidad en la tradición: en sus raíces, su memoria y su folclor. De paso, dicta el documental, el rock del futuro le quitará el protagonismo a los hombres, siendo igual de contestatario, pero femenino. Tradición y modernidad puede que encuentren allí, al fin, su camino en común.


Escrito por

Elohim Monard

Peruano y amazónico. Profesional en temas de paz, seguridad y conflictos. Rotary Peace Fellow y embajador del Índice de Paz Global.


Publicado en

Tormenta Tropical

El título de este blog evoca un proyecto de mi padre, allá en la Amazonía donde nací. Aquí ordeno mis ideas públicamente.