La Municipalidad de Lima ha aprobado un paso a desnivel de 82 millones de soles sobre el óvalo Monitor Huáscar en la avenida Javier Prado. Lo que podría ser un diseño futurista a mediados del siglo pasado, hoy transgrede el desarrollo urbano sostenible e inclusivo que urge a Lima. Visto así, el proyecto da la espalda a la historia, al ser incompatible con las necesidades y expectativas de las nuevas generaciones. ¿Cómo afecta el proyecto a los miles de jóvenes y estudiantes que se movilizan diariamente por la zona? ¿Se ha pensado en ellos?

Según una encuesta realizada por el Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima en el 2018, uno de cada tres jóvenes limeños entre 18 y 27 años se trasladaba todos los días de un distrito a otro para estudiar. En particular, 16% de jóvenes iban a estudiar a solo dos de los 43 distritos de Lima: Surco y La Molina. Tres universidades a las que se suele acceder por el óvalo Monitor Huáscar, como la Universidad de Lima, San Ignacio de Loyola y Agraria, reciben alrededor de 40 mil estudiantes por día. La mayoría toma transporte público. No tiene carro.

No obstante, el paso a desnivel sobre el óvalo Monitor Huáscar está pensado para quienes tienen carro. Lo dice el mismo proyecto al mencionar, como uno de sus indicadores de éxito, el aumento de la velocidad de los vehículos. No es una solución para pasajeros de transporte público, ciclistas o peatones. Se entiende, entonces, que la mayoría de estudiantes de universidades o institutos no están contemplados en este proyecto aunque, según el estudio de la Universidad de Lima antes mencionado, al 56% de jóvenes se demoran más de una hora en llegar a su centro de estudios. Más de una hora en un sistema de transporte ineficiente, inseguro y estresante.

A algunos les resulta contraintuitivo, pero el paso a desnivel podría inducir a un mayor tráfico en esta ruta. Más conductores decidirían ir por allí al suponer que viajarán más rápido y, en consecuencia, aumentaría el número de carros. De ser así, son millones de soles y casi un año de construcción que no resuelven nada. Más y mejor transporte multimodal, como buses y bicicletas, sí podría reducir la congestión a mediano plazo si las personas optan por dejar el auto en casa.

Además del tráfico, este proyecto tendría un impacto negativo en el tejido urbano. La tendencia en ciudades como Madrid, Boston, Seúl o San Francisco es a desmantelar infraestructuras como la que el proyecto del Óvalo Monitor Huáscar pretende construir. Esto con el objeto de crear espacios públicos en favor de los peatones. Algunos especialistas han afirmado que habría una mayor contaminación visual y sonora, que aumentaría el riesgo de choques y atropellos por la alta velocidad, y que el valor del suelo en los alrededores podría deteriorarse. Incluso, al favorecer solo a los autos, se verían beneficiados los colectivos informales.

El proyecto del óvalo Monitor Huáscar discrepa del ideal urbano de nuestros jóvenes, quienes exigen alternativas urbanas sostenibles e inclusivas. Los 82 millones de soles para este proyecto podrían haber financiado, al menos parcialmente, una vía exclusiva para el corredor vial y una ciclovía a lo largo de la Javier Prado. Además, con un diseño inteligente, podría aprovecharse el óvalo Monitor Huáscar como un espacio público. Ante la inminencia de la construcción del by-pass, no es tarde para tomar acciones complementarias que mejoren paraderos, ciclovías, veredas, señalización y espacios públicos tanto en el óvalo Monitor Huáscar como sus alrededores.

En resumen, el proyecto no solo atenta la movilidad de los jóvenes y estudiantes, sino contra la posibilidad de tener una mejor ciudad en el futuro. La "nueva normalidad" debe suponer, entre otras cosas, una mejor relación con nuestro entorno urbano. En este sentido, alternativas saludables y sostenibles de movilidad deben ser priorizadas. Desde una mirada ambiental y socialmente responsable, espacial e intergeneracional, es lo que corresponde entregar a nuestros jóvenes.