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Foto: Diario Gestión

Lavarse las manos en un país sin agua

Artículo escrito con Willy Espinoza Meier, responsable de agua y saneamiento en la Oficina de Cumplimiento de Gobierno de la PCM entre julio 2018 y julio 2019.

"La falta de acceso al agua podría ser una razón más de la rápida expansión de la epidemia en el país."

Publicado: 2020-09-02


A lo largo de la pandemia de Covid-19, en el Perú hemos hablado mucho de los riesgos y consecuencias de las aglomeraciones en los mercados y el transporte público, pero, en comparación, poco sobre el lavado de manos. En otras palabras, mientras las mascarillas se han vuelto parte de lo cotidiano, hemos prestado más atención al distanciamiento social que al lavados de manos para prevenir la enfermedad. Para lavarnos las manos, necesitamos tener agua, jabón y hacernos un hábito. Pero, ¿cómo hacernos del hábito si no tenemos agua para lavarnos? El agua en los hogares es, entonces, un factor determinante.

El problema del agua en el Perú tiene varias dimensiones, tales como acceso, continuidad y calidad. En el caso de la epidemia, los mayores agravantes son la falta de acceso y de continuidad. Viendo los indicadores de brechas del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), la cobertura de agua a nivel nacional en territorios urbanos alcanza el 90.75%. La brecha -el 9.25% que falta para llegar a la cobertura universal- equivale a 2 millones 33 mil peruanos sin conexión al servicio de agua en ciudades. A nivel rural, la brecha es de 33.96%, equivalente a 2 millones 299 mil personas. En suma, tenemos más de 4 millones de peruanos que no tienen agua en sus casas y, por tanto, son más vulnerables a contagiarse de Covid-19 por no lavarse las manos.

En algunas regiones con mayor contagio al inicio de la pandemia, como Loreto, uno de cada cuatro loretanos que viven en la ciudad no tiene agua. En Piura, la brecha en el área urbana es de 13.7%. Ambos casos, mayores del promedio nacional de 9.25%. Por su parte, Arequipa, que actualmente ocupa el segundo lugar de contagios por Covid-19, tiene una brecha de cobertura de agua urbana de casi 7% equivalente a casi 85 mil personas sin acceso al servicio. En Lima, donde se encuentra casi la mitad de contagios, hay 773 mil personas sin cobertura de agua.

Así como en estas ciudades, hay varias otras en donde el problema se mantiene debido a su expansión desordenada. Cuando el gobierno llega con tuberías a la última casa de un cerro, por ejemplo, ya se hicieron nuevas casas detrás, muchas veces de forma ilegal y no contempladas en el proyecto original. En estas circunstancias, la cobertura universal es difícil de alcanzar. Ahora bien, tener un caño en casa no es suficiente. De las regiones mencionadas anteriormente, Lima cuenta, en promedio, con 21 horas de suministro de agua al día y Arequipa con 23 horas, pero Piura tiene solo trece y Loreto ocho. Y estos son los promedios. Muchos hogares tienen aún menos horas de suministro de agua cada día. En estas condiciones, quienes viven en hogares sin acceso a agua, de forma total o temporal, se encuentran en desventaja para prevenir el Covid-19.

Dicho de otro modo, en el Perú hay millones de familias que no tienen un caño en sus casas o que tienen un caño que no suministra agua durante todo el día. Por lo tanto, en términos de cobertura urbana, el gobierno debe acelerar el tendido de conexiones en aquellas ciudades donde la brecha es mayor. En términos de continuidad del servicio, se debe fortalecer a las Entidades Prestadoras de Servicios en operatividad eficiencia y sostenibilidad. Este fortalecimiento -excepto por SEDAPAL- recae en las Municipalidades Provinciales y en el Organismo Técnico de los Servicios de Saneamiento (OTASS), adscrito al MVCS. Todo esto depende del sentido urgencia ante la trágica escasez de agua en los hogares, un derecho que está distribuido de forma desigual.

Se hace muy complicado prevenir la enfermedad en estas condiciones. Imaginemos que la señora Rosa va al mercado cumpliendo con las medidas de distanciamiento y uso de mascarilla pero, llegando a su departamento, no tiene cómo lavarse las manos. En su casa viven su esposo y sus dos hijos. A su hijo mayor, además, lo acompañan su esposa y un bebé. El hermano mayor de Rosa, que vive en Cajamarca pero se quedó en Lima desde la cuarentena, duerme en el sillón. Si, además de faltar agua, la vivienda está hacinada, la rápida expansión de la epidemia es aún más probable. Casi 2 millones de hogares viven en condiciones de hacinamiento en las áreas urbanas del Perú. Por eso, cuando regresó del mercado, Rosa no se pudo lavar las manos inmediatamente y, al poco rato, contagió a toda su familia.

Así como el hogar de Rosa, los colegios también pueden volverse un foco de infección por la falta de acceso a agua y saneamiento cuando se reinicien las clases presenciales. Vale la pena señalar que, según la Encuesta Nacional de Instituciones Educativas 2018, solo el 49% de los locales escolares a nivel nacional (urbano y rural) cuentan con servicios higiénicos en buen estado: con inodoros que cumplen con su funcionalidad de descarga y con lavaderos con agua limpia disponible. En Piura, menos de la mitad (41%) de los locales escolares cumplen con ambos criterios. En Loreto, solo el 16.5%. ¿Cuáles son las condiciones sanitarias que el gobierno dará a los estudiantes cuando tengan que volver a las aulas luego de la pandemia?

La falta de acceso al agua podría ser una razón más de la rápida expansión de la epidemia en el país. Por eso, cualquier plan de inversiones para atender las consecuencias de la epidemia estará incompleto si no concentra esfuerzos en el cierre de brechas de agua y saneamiento pronto, con acceso permanente en los hogares y en las instituciones públicas esenciales como colegios, comisarías y hospitales. Por ejemplo, ante la magnitud del problema, parecen todavía insuficientes los 47 millones que el programa Arranca Perú ha transferido recientemente a nueve regiones para obras de agua y saneamiento, en su mayoría trabajos de mejoramiento, que alcanzarán a 100,000 beneficiarios.

Sorprende, además, que acelerar el cierre de brechas de agua y saneamiento no sea una prioridad del Proyecto de Ley de Presupuesto 2021. En ese sentido, al Programa Nacional de Saneamiento Urbano (PNSU) se le ha asignado para el año 2021 un 13% menos que el presupuesto modificado del año 2020. En el caso del Programa Nacional de Saneamiento Rural (PNSR), la reducción es de 32%. Vale mencionar también que, iniciando septiembre de este año, el PNSU había ejecutado solo 25.1% de su presupuesto y el PNSR, 23.7%.

Esta situación se agrava por la expansión urbana sin planificación, que empuja a la ciudad hacia sus márgenes sin servicios ni viviendas de calidad, haciendo extrañar, en este contexto, políticas urbanas más agresivas para reducir la pobreza e inequidad. En medio de una epidemia sin cura ni vacuna, tener agua para lavarnos las manos se nos presenta como una vacuna provisional que millones de peruanos no tienen a su disposición.


Escrito por

Elohim Monard

Peruano y amazónico. Profesional en temas de paz, seguridad y conflictos. Rotary Peace Fellow y embajador del Índice de Paz Global.


Publicado en

Tormenta Tropical

El título de este blog evoca un proyecto de mi padre, allá en la Amazonía donde nací. Aquí ordeno mis ideas públicamente.