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La fantasía del voto informado (y por qué es difícil elegir un mejor Congreso)

Publicado: 2020-05-16

En tiempos electorales, una de las ideas más difundidas es que elegiremos mejores autoridades si nos informamos bien antes de votar. Bajo este supuesto, se hacen esfuerzos interesantes, como páginas web con antecedentes y propuestas de candidatos. Sin embargo, más veces de lo esperado, terminamos con autoridades incompetentes, si no con evidentes intereses deshonestos. Un caso dramático fue la elección del reciente Congreso, que rápidamente está perdiendo legitimidad. Suele culparse a los votantes por no elegir sesudamente, pero no coincido del todo con esta idea. Hay mecanismos del sistema electoral, como aquel que permite un gran número de candidatos por circunscripción, que estarían empujándonos a tomar decisiones que no son ni informadas ni racionales.

Para mi profesor en Duke University, Dan Ariely, así como algunos economistas galardonados con el Nobel, las decisiones humanas no son siempre racionales, basadas en cálculos de costos y beneficios, como han postulado la economía clásica y buena parte de la ciencia política. Desde una mirada de las ciencias del comportamiento, nuestro cerebro está cableado con sesgos, respuestas rápidas y hasta ilusiones mentales que nos llevan a actuar sin detenernos a pensar tanto en nuestra decisión. En otras palabras, varias de nuestras decisiones no son informadas, analíticas y razonadas. Estos principios podrían tener un efecto en la forma cómo elegimos a nuestros representantes.

En el Perú, las circunscripciones electorales para el Congreso corresponden con los departamentos o regiones. En la elección de congresistas de enero pasado, cada región tuvo alrededor de 20 partidos políticos en competencia y, cada partido, al menos tres candidatos. En Ucayali, donde solo se compite por dos curules, hubo 51 candidatos. En Lima, hubo 756. Así es muy difícil, si no imposible, conocer a todos los candidatos de un distrito electoral. La paradoja es que, a diferencia de la economía moderna que dice que más alternativas nos lleva mejores decisiones, para las ciencias del comportamiento, un mayor número de opciones haría más difícil decidir. Así todas las opciones sean buenas, una oferta muy numerosa puede ser angustiante, en lugar de interesante. Esta es una de las conclusiones de las ciencias del comportamiento.

Del mismo modo, demasiadas opciones nos pueden provocar "parálisis de elección". Frente a un excesivo número de alternativas, la gente elige lo más fácil, que a menudo no es una elección en absoluto. En el escenario electoral, esto supondría que los votantes, ante la parálisis, prefieren dejarse llevar por el candidato que ya conocen, el más popular o el preferido por su entorno. Es lo mismo que nos pasa con la carta de un restaurante que tiene demasiados platos y no sabemos por cuál decidir. Terminamos comiendo lo que ya conocemos o lo que nos sugiere el mozo. Una carta con un menú más reducido, nos permite comparar y elegir mejor.

También se puede presentar una situación en la que elegimos "por defecto". Las personas solemos evitar o postergar decisiones complejas que nos hacen pensar demasiado, lo que nos puede llevar a tomar una decisión por inercia. Analizar los antecedentes y las propuestas de tantos candidatos es una tarea laboriosa que obliga a reflexionar sobre temas diversos, profundos y difíciles de entender. Hasta los más chancones podrían postergar su análisis y, llegado el día de elecciones, nunca haberlo hecho. Esta sería una posible explicación al fenómeno al que llamamos "arrastre", por el cual los votantes terminan marcando para congresistas el mismo partido que marcaron para presidente.

Otros principios de las ciencias del comportamiento podrían aplicarse. Por un lado, está comprobado que lo que atrae nuestra atención es lo que creemos novedoso y relevante. Los medios de comunicación suelen exponernos a solo una sub-lista de los muchos candidatos que hay, bajo sus propios criterios de lo que es novedoso y relevante, y no siempre coincide con un buen plan de gobierno. Por otro lado, podríamos preguntarnos si, en última instancia, lo que incrementa el voto blanco y viciado es una adaptación a la política del "efecto ya-que-chucha" (mi peruanización del "what-the-hell effect") que nos lleva renunciar a nuestro objetivo una vez que nos desviamos del camino hacia él.

En estas condiciones, el voto informado parece una fantasía. Si uno o varios de estos efectos ocurren en las mentes de los votantes, sería injusto trasladarles la responsabilidad de la elección. Una solución sería cambiar la ley orgánica de elecciones para que haya circunscripciones más pequeñas. Cada una podría tener un solo candidato por partido. Al mismo tiempo, para tener menos partidos, habría que poner más filtros a su participación. Así, imaginemos a Ucayali con tres circunscripciones y, exagerando, diez partidos, con un candidato por circunscripción. Los ucayalinos elegirían solo entre diez candidatos. Hay muchos otros asuntos institucionales por corregir y estos ejemplos dan cuenta de cuán valioso sería incorporar a las ciencias del comportamiento en la investigación y el diseño electoral. El Congreso, llamado a hacer estos cambios, podría hacer valer su aprecio por lo irracional.


Escrito por

Elohim Monard

Peruano y amazónico. Profesional en temas de paz, seguridad y conflictos. Rotary Peace Fellow y embajador del Índice de Paz Global.


Publicado en

Tormenta Tropical

El título de este blog evoca un proyecto de mi padre, allá en la Amazonía donde nací. Aquí ordeno mis ideas públicamente.