Hasta hoy trabajo en la Estrategia Multisectorial Barrio Seguro del Ministerio del Interior. Es contradictorio hacer políticas contra la inseguridad indultando a un preso por homicidio. Es igual de contradictorio arengar contra la corrupción indultando a quien condenaron por corrupción y peculado. No podré trabajar bajo el mando del Ministro del Interior que venga durante este gobierno, después de Carlos Basombrío, porque será alguien que estará de acuerdo, aunque sea de forma tácita, con el indulto a Alberto Fujimori. 

Alberto Fujimori fue sentenciado a 25 años de cárcel por el asesinato de un profesor y nueve estudiantes universitarios en La Cantuta, y de 15 asistentes a una pollada en Barrios Altos, incluyendo un niño de ocho años. Fue un autor mediato, es decir que, como presidente, ejercía dominio sobre un comando de aniquilamiento, el Grupo Colina. Además, Fujimori ha reconocido que tomó 15 millones de dólares del Estado para entregarlos a Vladimiro Montesinos. Su condena por corrupción incluye espionaje telefónico, pagos a medios de comunicación y sobornos a congresistas tránsfugas. Indultar a Fujimori no es solo liberar a un expresidente, sino a quien lideraba una organización criminal que gobernó al Perú.

Pedro Pablo Kuczynski ha tomado una decisión que no es médica ni humanitaria. Es política. Toda decisión de un presidente es un hecho político, más aún si es producto de una negociación bajo la mesa (otro "deal" de los varios que aún están pendientes de explicación). Este hecho político es que el presidente actual usó su poder legítimo para sacar de la cárcel a quien, siendo presidente, usó su poder ilegalmente para asesinar y robar. Alberto Fujimori ni se ha arrepentido ni ha pedido perdón por los crímenes por los que fue condenado. Ni a los deudos ni al país.

Técnicamente, el indulto humanitario podría no ser un perdón por los crímenes cometidos. Políticamente, claro que lo es. Es un privilegio para el líder histórico del partido que tiene mayoría en el Congreso. Este privilegio, la libertad anticipada, trae un mensaje adicional: que las bondades de su gobierno son suficientes para olvidar sus crímenes. Técnica y políticamente, esto se llama impunidad.

Hasta hoy yo era un servidor público de este gobierno trabajando en el diseño y la implementación de una política pública para prevenir el crimen y promover la convivencia pacífica. Sin embargo, la impunidad es incompatible con la seguridad ciudadana. Además, el presidente acaba de iniciar un fuego cruzado en el país el día de Navidad. Así como algunos celebran, hay gente llena de ira, hay gente que se siente traicionada, hay gente a la que jodieron la Noche Buena. Si el Perú estaba dividido, hoy las reacciones serán de confrontación directa. Kuczynsky no ha reconciliado nada, ha dividido aún más el país. Ha minado la convivencia. Hoy es mi último día como servidor público de este gobierno que ha hipotecado todos los principios que le quedaban.

P.S.- Un reconocimiento al compromiso y el esfuerzo diario del equipo de Barrio Seguro, quienes, confío, darán continuidad a la labor técnica del proyecto si las condiciones lo permiten.